Muchas veces las parejas caen en la monotonía, especialmente en lo que respecta a la intimidad, por falta de una buena comunicación, y aunque esto suene trillado, y se le achaca como principal causa de la destrucción de infinidad de relaciones, se sigue incurriendo en el mismo error. Pero por qué ocurre esto?
Tal vez venimos de una crianza cargada de prejuicios, en donde el tema de la sexualidad estaba de cierta manera vetada, en donde apenas si se hablaba de aspectos básicos y poco profundos, ese asunto estaba asociado más bien a algo pecaminoso.
O quizá no sea algo tan dramático pero igual, cuesta desinhibirse con la pareja por temor a lo que pueda pensar o concluir si nos abrimos a expresar esas fantasías que nos pasan por la mente, mucho más si en ellas están involucrado ciertos artículos eróticos.
Otras veces puede pasar que las múltiples obligaciones se consumen todo el tiempo y la energía, así que al llegar a la cama lo que se desea honestamente es dormir, pero no siempre ambos están igual de agotados, y si alguno muestra su intención por seducir al otro pero recibe una negativa, de una vez asume que menos aceptará conversar acerca de juegos de placer.
Así se van tejiendo creencias y suposiciones que posiblemente nos alejan de la realidad y peor aún, crea un abismo hacia una eventual solución. Particularmente tengo la convicción de que conversar es menos complejo que lo que pensamos, y que no habrá sobresaltos por lo que podamos plantear. Todo lo contrario, creo que se propiciaría un adecuado entendimiento en la pareja.
Claro está, tampoco podemos pretender convertirnos de la noche a la mañana en expertos de la sexualidad y probar todas las cosas que existen y más. Trabajar paulatinamente en experimentar nuevas posiciones e ir introduciendo poco a poco lencería y objetos que contribuyan a maximizar el placer resultaría bastante conveniente. Una buena idea puede ser observar juntos un sexshop como http://www.juguetex.com
Hay que ganar terreno a base de ir fomentando la confianza y que se perciba el bienestar en todo ello, que no se haga por satisfacer al otro sino porque ambos así lo deseen, saber respetar los límites, cuando a pesar de haberse planteado un deseo, alguno no lo quiera probar, pues en ningún momento se debe forzar una situación que lleve a la incomodidad e incluso al daño físico o psicológico del otro.