Cuando organizamos cualquier evento somos conscientes de la importancia que tienen los pequeños detalles para que todo salga bien. Está claro que los grandes también cuentan, eso es evidente, pero esas cositas que a veces nos parecen nimias tienen, sin embargo, mucho protagonismo. Pongamos un ejemplo: vamos a imaginar que tenemos invitados a cenar. Hemos comprado la carne de mejor calidad y la estamos haciendo lentamente en el horno, para que así todos sus jugos aporten al plato un sabor especial. También hemos adquirido un vino de renombre, y lo vamos a servir en unas copas excelentes que solamente sacamos en las mejores ocasiones. Tenemos nuestra mejor vajilla dispuesta y también hemos sacado la mantelería de gala. Todo parece perfecto, hasta el más mínimo detalle medido… Pero observamos con horror que las servilletas no han sido lavadas y algunas presentan manchas. Por eso es importante que atendamos a los pequeños detalles.
Imaginemos ahora que vamos a hacer un viaje a cualquier parte de nuestro país. Bueno, seamos menos generalistas: imaginemos que lo que queremos es visitar una gran capital, no importa cuál. Tenemos ya las maletas, el depósito de combustible lleno (o los billetes de tren, nos da lo mismo) y hemos reservado un hotel para pasar el fin de semana. Pero algo en nuestra conciencia nos dice que puede ser que nos hayamos equivocado, porque el precio que nos han pedido es un poco desorbitado, y lo que pretendíamos era un fin de semana en el que el gasto no se desorbitara. Y ahí está el pequeño matiz, el detalle que va a impedir que saquemos el mejor rendimiento a nuestra aventura viajera.
En este último ejemplo, está claro que tendrías que haber conocido un recurso excelente, una página que te permite encontrar pensiones en cualquier parte de España, las cuales te ofrecen, además, el mejor precio. En efecto, un viaje de fin de semana en el que pretendamos descubrir la verdadera esencia de una ciudad hay que hacerlo con todas las garantías y al mejor precio. Nada de hoteles rimbombantes, hay que optar por una pensión económica que, además, nos va a dar un servicio excelente en lo tocante a la limpieza, la salubridad, la atención y la cercanía. Si queremos palpar cuál es el ritmo de una urbe cualquiera hay que andar, investigar, comer en sus restaurantes pequeños y modestos, pasear bajo la luz de la luna y, por supuesto, dormir en una pensión. Seguro que así aprovecharás al máximo tu viaje, porque en esta ocasión sí habrás tenido en cuenta todas las pequeñas cosas.